La obra de Kafka delata los defectos de la burguesía decadente: su incapacidad de asumir la realidad, su conducta enfermiza que sólo le permite ver la imagen de su propia angustia. Nos muestra la situación del ser humano frente a la burocracia irracional, pero sin atarla a una situación histórica concreta y con toda su misteriosa ambigüedad moral. Kafka es un autor inaceptable para el mundo totalitario porque su creación literaria es la representación crítica de dicho régimen. El fue el primero en plantear la cuestión del totalitarismo y el único en considerarlo más un asunto antropológico que político. En la literatura de Kafka subyacen el absurdo, la ironía e indicios de surrealismo, aunados a un existencialismo en ciernes; elementos fundamentales de su trabajo artístico que influenciaron gran parte del pensamiento y el arte del siglo XX.