Alfonso López Camacho fallecido en Tijuana en 1986, nació en el año de 1908 en Lucainena de Las Torres, pueblo minero del profundo Sur de España, lugar del que en su época de Juventud, partió con rumbo a Barcelona en busca de un mejor futuro, integrándose plenamente a la vida laboral, política y cultural que, en la década de los años treinta, agitaba la progresista y liberal ciudad condal.
Su militancia política se inicia en los círculos anarquistas, de seductora utopía para los trabajadores con un arraigado compromiso sindical y clara conciencia de clase, en tránsito hacia el partido comunista español, bajo cuya disciplina (en las antípodas del anarquismo) participó en el frente de guerra republicano, hasta que la derrota lo llevó a los campos de concentración de Francia y su posterior exilio a Santo Domingo, desde donde, en 1945, acudió a reunirse con sus correligionarios llegados directamente a México
En 1952 decide trasladarse a Tijuana para colaborar en la administración de la joven empresa vitivinícola de Don Luis Cetto, hoy de gran proyección en el universo del vino. Posteriormente administró otros negocios hasta que en 1962 se ve obligado a iniciar un nuevo proyecto familiar y surge la trascendente idea de abrir una librería.
Y de esta manera, un tanto accidental, en 1963, nace la Librería “El día”, “vocero del pueblo mexicano” que por razones prácticas asimila el nombre homónimo de un periódico capitalino cuyo perfil ideológico coincide con su ilusionada y nueva visión profesional y de vida.
Ex seminarista, republicano, intelectual, hombre de izquierda, en busca de una utopía truncada por una fraticida guerra civil, abre la librería con el claro y firme deseo de influir en la transformación política y cultural de su entorno social. Buena prueba de ello es la creación paralela de una librería movil que con el romántico nombre de “Cultura y vida”, se proponía llevar los libros a las colonias de la periferia de Tijuana, en una misión a la que cabría calificar de apostolado.
El espíritu de la misma lo plasma elocuentemente el autor Daniel Salinas Basave en un artículo publicado con motivo del 50 aniversario de la librería en el 2013:
“El Día de la calle sexta no era cualquier librería; era “La librería”, la primera de la historia de Tijuana que aspiró a algo más que simplemente ser una papelería con venta de libros de texto y ocasionales best sellers. Con su aire de santuario republicano español, El día asumió su papel de cuartel contestatario, tierra fértil de rebelión y cuestionamiento permanente, con sus retratos en blanco y negro de próceres anarcos y esa vibra tan de cofradía libertaria que arrastró siempre.
Por primera vez en la ciudad existió un sitio donde se podían encontrar obras ensayísticas críticas e improbable literatura en editoriales como Siglo XXI, Joaquín Mortiz, Seix Barral, Fondo de cultura económica, UNAM. Militante de izquierda al fin, Don Alfonso trae a Tijuana las editoriales soviéticas Mir y Progreso como hizo poco después con la editorial china Gouzi Zhudian.
En Tijuana se ha hablado por años del turismo médico, del turismo sexual, del turismo que busca en la ciudad las noches locas que sus lugares de origen le prohíben. Pues bien, la naciente Librería el Día trajo por vez primera a la ciudad otro tipo de improbable turista que no parece en sintonía con el estereotipo y el cliché de la ciudad: el turismo bibliófilo. Por increíble que resulte, había gente que viajaba a Tijuana para hacerse de textos que difícilmente encontraría en otras partes del Norte de México o los Estados Unidos.
En plena fiebre libertaria de los sesenta cuando UCLA y Berkley eran un hervidero de librepensadores y rebeldes que desafiaban el american way of life, un Diario del Che en Bolivia o un libro de Marcuse podían ser un tesoro que un estudiante estadounidense no podía encontrar en su país. Ahí frente a los retratos de Máximo Gorki y Dostoievski que adornaban las paredes de la librería El Día, se daban cita decenas de estudiantes curiosos, sedientos de novedades editoriales. Juan Goytisolo, quien fuera un asiduo visitante a la librería durante la época en que estuvo dando un curso en UCSD, dejó testimonio de ello en “la reivindicación del Conde Don Julián”.”
En Mayo de 1968 el hijo de Don Alfonso, Vladimiro Alfonso López hace el viaje de Barcelona a Tijuana para unirse al proyecto. La llegada del hijo revolucionaría la de por si revolucionaria librería.
En la década de los 80 llegaría la expansión de El día más allá de la calle sexta con la apertura de la sucursal de la Zona río, en un local construido específicamente para albergar la librería y con capacidad para ser también sede de presentaciones y actos culturales. En este marco se han dado cita escritores diversos de la geografía nacional: Carlos Monsivais, Federico Campbell, Paco Ignacio Taibo, Luis Humberto Crosthwaite, Luis Villoro, entre otros muchos, en un ejercicio de interacción con los actores que propician la difusión y el goce de la lectura.
Además, vinculada a las actividades culturales de la ciudad, en 1980, impulsó a través de la Unión de Libreros, la primera Feria del Libro de Tijuana que se ha consolidado como un destacado festival anual en torno al libro que la ciudad ha hecho suyo.
En el 2004, la Asociación Mexicana del Libro (dependiente de la Cámara Nacional de la industria editorial) otorga a Librería el Día el premio AMOXHUA HUEHUETZIN, con el que anualmente se reconoce la trayectoria histórica y el mérito profesional de una librería en el país.
A día de hoy cuenta además con una sucursal dentro del campus de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC). El mayor campus universitario en el estado y es administrada por el nieto de Don Alfonso, la tercera generación de libreros de esta familia dedicada de lleno desde hace más de 50 años a la difusión y promoción del libro como instrumento de cultura y conocimiento.