Autor de libros intemporales que han asombrado y llegado a los más diversos corazones, León Tolstoi fue un reformador social inconforme con las injusticias de su tiempo, valiente para decir su credo, religioso a la manera antigua; ideólogo en un mundo de siervos a los que ayudaba y de quienes gustaba acompañarse. Por eso Tolstoi, el hombre y el escritor, pertenece a esa raza de seres que no sólo provocan admiración, sino que consiguen algo más difícil: ser amados. Los claroscuros de su vida pasaron a sus obras, en una suerte de pertenencia y de liberación, de retratarse a sí mismo y a los demás, de hacer denuncias de la sociedad zarista, con un realismo que hizo escuela. Gran amante de la paz, enemigo de la violencia, senillo, austero, el ilustre novelista fue defensor de las mayorías esclavizadas y crítico de su tiempo. Su influencia moral, reflejada en el número de sus discípulos, lo hacen único entre una pléyade de grandes escritores de su patria. Sus cuentos dejan ver al ideólogo, al reformador, pero, sobre todo, al que sabe narrar con supremo arte.
