De David Toscana, el autor de Estación Tula y Los puentes de Königsberg. Todos buscan el final feliz, la cara sonriente, romper con el destino natural, evitar la tragedia; persiguen lo banal y desabrido, lo ligero y mujeril: se rehúsan a hacer literatura. La biblioteca de Icamole se ha quedado sin lectores. Sin embargo, los libros que la habitan se apoderan de la cotidianidad del pueblo que muere de sed y dan la respuesta a una muerte misteriosa. La de una pequeña que aparece inerte dentro de la única reserva de agua que queda: el pozo de Remigio, hijo de Lucio, el bibliotecario. Un verdugo implacable de las malas historias, mismas que entrega sin remordimiento a las cucarachas. Lucio será el encargado de encontrar en los libros la coartada perfecta. Esa que libera al presunto culpable de asesinar a la hermosa niña que, muerta, consigue cautivarlo. Así, la versión que surge de las páginas sobrevivientes se convierte en la única posibilidad. En la opción que permitirá a todos continuar. David Toscana rebasa los límites existentes entre vida y literatura con su habilidad de enlazar narraciones que parecen eternas e infinitas. Lo que ha dicho la crítica: "David Toscana es nuestro auténtico. [...]Su limpieza estilística deviene desencanto vital y, un segundo después, carcajada resignada. Eso, y libros sólidos, tan honestos como una roca, tan auténticos como una roca". -Rafael Lemus, Letras Libres. "El último lector resulta un ejercicio interesante que reúne creación y reflexión al mismo tiempo que sugiere formas novedosas de ejercer la prosa regionalista". -Rodrigo Martínez, Punto de partida, UNAM.