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Hay que decirlo claramente desde el principio: de la investigación de Emmanuelle Steels - corresponsal en México del diario francés Libération- se desprende que los Vallarta fueron parte de un montaje: no hubo un secuestro; tampoco una banda. Algunos llevan ya 10 años en la cárcel, sin sentencia, aunque de antemano fueron condenados por la opinión pública.
El lector tiene en sus manos la dramática historia de un grupo criminal que se inventó para satisfacer necesidades políticas y mediáticas. Aunque muchos se empeñen en olvidarlo, el caso sigue más vigente que nunca y demuestra cómo en México prevalece una parodia de justicia que tritura vidas para dar al público un buen espectáculo y permitir que un poder ciego actúe en la más absoluta impunidad.