Hay en cada poema de José Emilio Pacheco una clara voluntad de imaginar el lenguaje y el mundo por medio de una reflexión moral sobre nuestra condición: sus textos consiguen levantar mecanismos cristalinos a través de los cuales podemos ver, sentir y pensar la realidad circundante. En El silencio de la luna (1994) vemos a uno de nuestros mayores poetas en plena madurez creativa.