A fuerza de cavar, Juan Gelman toca un fondo en donde lo posible no es sino la sombra de lo que ayer soñamos. Hallazgo del sin tierra que al nunca más opone un siempre inaplazable. En estas páginas, el autor recorre su porción de infinito montado en el recuerdo de los días futuros: "en mi puerta el sol dora pasados por venir". Recuerdo material que convoca las cosas extraviadas, su nudo de raíces, los afectos. El decir gelmaniano asume la palabra como herida insanable. Su escritura respira por el corte o la llaga, en busca del lugar donde comienzan las voces y el sentido, el dolor y la sencilla dicha de entenderlo.rn