Tuve un amigo, poeta anarquizante, surrealista, enemigo de cuanto se ligara al concepto de "patria", que murió en un campo de concentración nazi, después de haberse señalado como héroe de la resistencia francesa. Conocí, combatiendo en las filas de las Brigadas Internacionales, al hijo de un banquero neoyorquino. Conocí a un trompetista cubano, estrella de cabarets durante años, que se alistó en el Ejército Republicano y, después de la derrota, tras de las alambradas del campo de Argelés-sur-mer, tuvo el ánimo de componer congas que se hicieron famosas. Vi, en las Brigadas, a muchos jóvenes nacidos en medios conservadores y antimarxistas. Y vi a muchos hombres, procedentes de la grande y pequeña burguesía de mi país, abrazando incondicionalmente la causa de la Revolución cubana. Y ante mis ojos tuve el caso de mi madre, educada en un liceo imperial de Bakú, amiga de Anna Pávlova -como la Vera de mi novela- que, anticomunista y "blanca" hasta mi encarcelamiento (1927), cambió de actitud hasta el punto de traducir, en los años treinta, algunas novelas soviéticas u2026 Sorprendida por la guerra, cuando se hallaba casualmente en París, fue presa por la Gestapo "porque su hijo, desde hacía mucho tiempo, venía publicando artículos contra Hitler en la prensa cubana" (tomo I de mis "Crónicas"). Librándose de sus carceleros con pasmosa habilidad, huyó de la capital, se sumó a la resistencia francesa en La Correze, y terminó su existencia en La Habana, rodeada de jóvenes comunistas a quienes daba clases de ruso, totalmente identificada con el proceso revolucionario cubano. Un día, enterado de que una culta e inteligente rusa vivía desde hacía muchos años en Baracoa (la población más remota, aislada y desatendida del país, hasta que una carretera, construida después de 1959 la situara cabalmente dentro de nuestra geografía) y, una mañana, alcanzada por la historia en su lejano retiro, había sido despertada por los gritos de "iViva la Revolución!", pensé en escribir esta novela, que primero hubo de titularse: La rusa de Baracoa. nHombres y mujeres de destinos modificados, transformados, revertidos o superados, con su anuencia o sin ella, por la Historia de nuestro siglo: tales son los personajes de la presente novela, cuyo parecido con modelos reales era totalmente inevitable.