El 26 de noviembre de 1922 se abrió la tumba de Tutankamón en presencia de Howard Carter y varios miembros de la familia de lord Carnarvon, mecenas de la excavación. Pocos meses después se sucedieron una serie de muertes en circunstancias inexplicables de personas vinculadas a la exhumación de la tumba. Estos extraños acontecimientos avivaron la imaginación de la prensa, que transmitió la idea de que las extrañas muertes eran consecuencia de la profanación de la tumba de Tutankamón. La inflamable creencia de que las muertes eran debidas a un poder mágico inexplicable, prendió con facilidad y se extendió rápido en la sociedad. La propagación fue alentada por ilustres personajes públicos como Arthur Conan Doyle que, a pesar de ser el creador del racional detective Sherlock Holmes, era un fervoroso creyente de toda clase de sucesos fantasmagóricos. Había nacido la «maldición del faraón» o «maldición de Tutankamón». Pero ¿cuál fue en realidad la causa de muchas de las muertes? La capacidad de los microorganismos para influir en el desarrollo de la humanidad ha sido rotunda y en ocasiones estrepitosa. Han derrotado a reyes y faraones. Han diezmado ejércitos y asolado naciones. Han sido temidos y, sin embargo, algunos de ellos han salvado millones de vidas. Han plagado la historia de anécdotas, chascarrillos, encuentros y desencuentros, giros inesperados, confusiones, enigmas y desconciertos que merecen la pena conocer. En esta obra se recogen algunos de los episodios más relevantes y curiosos en los que estos pequeños seres han intervenido. ¿Cuál fue el caso de los vampiros de Rhode Island? ¿Quién fue la heroína conocida como la Dama de la Lámpara? ¿Cómo se puede gobernar un país que tiene doscientas cuarenta y seis variedades de queso? ¿Quién mató a Mary Ann Nichols? El adiós al Titanic, la enfermedad del legionario, las brujas de Salem, la bacteria que viajó al centro de la Tierra? y otras asombrosas historias repletas de curiosidades, ciencia y muchos microorganismos.