En esta especie de fábula, el autor reflexiona sobre la mecánica de los deseos, sobre los caprichos y la burla del destino. También se nos habla de la necesidad de crear en un Estado totalitario, de aquellos artistas desalentados pero con el espíritu de la creación encendido.
En marzo de un año cualquiera, el mago argentino Hans Chans acude a una convención de ilusionistas en Panamá. La peculiaridad de Hans Chans es que es un mago de verdad, él puede hacer cambiar las leyes del mundo físico, puede jugar con la realidad a su antojo. Sin embargo, durante toda su vida Hans se ha esforzado en ocultar este don, y ha pasado por ser un mago mediocre, incapaz de aprovechar su condición en beneficio propio.
No obstante, en esta ocasión está dispuesto a demostrar quién es él realmente. Resuelto a desplegar su talento ante sus colegas, Hans Chans no es consciente de que esta vez su magia va a cambiar su destino y el de otros radicalmente.