Siglo IX, Maguncia. Hija de un predicador que llegó a Sajonia para esparcir la palabra de Dios, Juana es una joven poco común. Cada día acude a la iglesia del padre Carolus, quien, a cambio de que ayude en la cocina, comparte con ella la sabiduría de los textos sagrados. Tras el asedio y el asesinato del sacerdote a manos de los bárbaros, es abandonada a su suerte por sus padres. Juana recurre entonces a la abadía de Fulda, quienes, entusiasmados por su inteligencia, la toman bajo su tutela con la condición de que se haga pasar por fraile. Al agotar cuanto podían enseñarle, Juana -bajo el disfraz del hermano Ioannes- marcha a Atenas para estudiar a los primeros filósofos y, posteriormente, a la antigua Babilonia a aprender de los eruditos. Años más tarde, llega hasta Roma, donde su buen juicio, manejo de idiomas y sus conocimientos de herbolaria le permiten ganarse la confianza del papa León IV y la curia entera. En una época oscura, cargada de intriga y de misticismo, tendrá lugar uno de los episodios más determinantes de la historia de Occidente, en el que por primera y única vez una mujer será elegida para ocupar el trono del vicario de Cristo.