El hambre aguza el ingenio, y si un famélico cavernícola, harto de mascar hoja picada, se topa con un jugoso mamut, la aventura está servida. Esta es la historia de un mamut que vivía en la cima de una montaña, y de un cavernícola flaco, que tenía hambre, mucha hambre, ¡pobre hombre! Y nada más ver al mamut, le rugieron las entrañas. ¿Conseguirá el cavernícola comer carne, o tendrá que conformarse con hoja picada? Un desopilante álbum, ilustrado por el genial Tony Ross, que desvela las verdaderas razones de la condición vegetariana del hombre prehistórico.