Entre los méritos que se le reconocen con unanimidad a Edgar Allan Poe está el de haber revolucionado la literatura de terror hasta convertirse en maestro del género, precursor de la ciencia ficción y pionero del relato policial. Su narrativa abrió caminos que habrían de seguir literatos de los más diversos orígenes, nacionalidades e intereses. Si la obra de Poe encuentra ecos por todos lados, es por que su voz literaria es potente. Su fuerza se manifiesta en el dominio que ejerce sobre sus lectores. Nos congela en las atmósferas opresivas del inicio y desarrollo del relato, e invariablemente nos asalta con los efectos sorpresivos del final. En ello puede encontrarse un paralelismo entre Poe y Cisco Jiménez, artista que nos ofrece las traducciones visuales de la presente edición: uno lo hace a través de las palabras y otro a través del recursos plásticos, no obstante, ambos se manifiestan con vehemencia. No son hombres acostumbrados a susurrar, sino a lanzar mensajes concisos, sin puentes, que pegan como puñetazos. De aquí que la fuerza dramática de los cuentos de Poe sea correspondida con la fuerza expresiva de las ilustraciones de Jiménez. Con la yuxtaposición que caracteriza su praxis artística, Jiménez nos ofrece un híbrido entre viñetas, gráfica, cómics y dibujo contemporáneo, el cual pretende desenlazarnos con la época en la que los cuentos fueron escritos, y al mismo tiempo catapultarnos a la actualidad por el tratamiento de las imágenes. Más que generar un universo visual autónomo, Jiménez optó por elaborar uno que funcionas como comentario paralelo al texto, sin distraer del cometido de la obra literaria.