Como una extensión de su propia vida, la obra de Horacio Quiroga es desmesurada, turbulenta, inquietante como pocas. En sus relatos siempre reverbera ese pulso enrarecido que, como el insecto misterioso y letal de ?El almohadón de pluma?, termina carcomiendo todo. Cuentos de amor de locura y de muerte (1917) esconde en el título una de las claves para su lectura. Esa coma elidida es la marca con la que Quiroga sentencia su literatura, en la que las pasiones y el horror, los afectos y los tormentos, se entrelazan hasta confundirse en un nudo que amenaza con dejarnos sin aire.