Con una mirada dura e irónica, Ánima es un divertido reflejo de lo que sucede en un ambiente laboral como el cinematográfico.
Pasando de chalán, utilero y asistente a alcanzar el estatus de director de culto, el Gato Vera y sus películas de zombis han crecido hasta convertirse en la némesis de Arturo Letrán, la gran gloria del cine mexicano. Sin embargo, la muerte de su mentor, el Animal Romo, obliga al Gato a hacer un alto y rememorar sus inicios en la industria, entre presupuestos raquíticos, guiones absurdos y rituales para atraer la suerte, pero también las envidias y los odios que bullen detrás de la competencia artística.
Sórdida y profundamente mordaz, Ánima es «un largo y elaborado insulto hacia [?] un mundo sin estatuas de dioses ni dinosaurios de plastilina, sino pletórico de creativos de publicidad, jurados de premios y tutores de becas, funcionarios con un largo currículum de ineptitud e inquina, y críticos seudopoderosos para quienes la maquinación, el cochupo, el sobrecito, el agandalle, el complot y la tenebra son tan usuales como la cena y el desayuno».
Con un humor abrasivo y el estilo implacable e irónico que lo ha convertido en uno de los escritores mexicanos más relevantes de los años recientes, Antonio Ortuño retrata el mundillo del cine, con sus excesos y mezquindades, a la par que plantea una reflexión acerca de la irrefrenable vanidad humana y el febril deseo de aplastar a los demás.