La élite literaria del México de los años setenta y ochenta dio mucho de qué hablar. En el torbellino de eventos, ideologías, efervescencias políticas y claroscuros institucionales, volaban nombres como Octavio Paz, Salvador Elizondo, Enrique Krauze, entre tantos otros. En este grupo de intelectuales hubo alguien que levantó la mano: un pensador, escritor, editor, discípulo de Heiddeger y uno de los primeros gestores de la legendaria revista Vuelta; un extranjero en tierras y letras que buscaba hacerse un espacio donde sentirse menos ajeno. Su nombre: Alejandro Rossi. Estas páginas, divididas en tres volúmenes, contienen las memorias de su diario ?fragmentadas y repartidas entre el tiempo y su hambre por escribir?. Aquí habitan sus anhelos y frustraciones; su amistad con personajes como Paz o Zaid; su camino por Italia, Argentina, Venezuela y México; su aterrador encuentro con el cáncer y los recovecos de su intimidad con la literatura, que fue ese lugar donde por fin pudo hallar una lengua común.